Patrimonio

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Convento de San Francisco

Ficha de EL CONVENTO DE SAN FRANCISCO DEL BERROCAL.

 

Un poco de historia: A unos 1.200 metros al este de la villa de Belvís, en una hondonada antaño muy arbolada y bien surtida —aún hoy— de agua de manantío, se encuentra el que fuese convento de San Francisco del Berrocal, de frailes franciscanos descalzos de la Provincia de San Gabriel.

 

     El origen de este convento está íntimamente relacionado con el nacimiento de la descalcez franciscana; es decir: con aquel movimiento renovador dentro del seno de la propia Orden Seráfica que surgió en la segunda mitad del siglo XV de la mano de fray Juan de la Puebla, y continuado por fray Juan de Guadalupe y fray Pedro de Melgar, todos ellos religiosos extremeños. Estos frailes reivindicaron la vuelta a los principios morales del cristianismo original, idea que se extendió como la pólvora por toda Europa, hasta el punto de provocar una verdadera revolución intelectual dentro de la Iglesia Católica y sus órdenes religiosas, enfermas entonces de riqueza y poder.

 

     En el año 1500, tres de aquellos frailes "rebeldes" de san Francisco llamados "descalzos", "capuchos" o "del Santo Evangelio" llegaron a Belvís perseguidos por sus ideas renovadoras, y se asentaron en unos chozos de escoba alrededor de la antigua ermita de Nuestra Señora del Berrocal, con el beneplácito de don Francisco de Monroy y de su esposa, doña Francisca Enríquez, quienes les donaron unos terrenos por bajo de dicha ermita. En 1505 recibieron permiso del Obispo de Plasencia para levantar una casa-convento que fue fundada en ceremonia oficial en la capilla de dicha casa el día 5 de diciembre de 1509. Con este acto, en el que estuvieron presentes los Señores de la villa junto a los principales representantes de las distintas familias franciscanas, entonces enfrentadas, se reconocía implícitamente la legalidad de las ideas de renovación y reforma espiritual que venían predicando los frailes descalzos, ideas que culminarían con la fundación de la Provincia Franciscana de San Gabriel en Extremadura (1518), y más tarde con la reforma de san Pedro de Alcántara, que fue estudiante en este convento; y, sobre todo, con la extraordinaria hazaña protagonizada por los hijos de san Francisco de haber sido capaces de llevar su fe hasta los más alejados rincones del viejo y del nuevo mundo, aun a riesgo de sus propias vidas.

                                  Precisamente, uno de los primeros moradores y cofundador de nuestro convento, y su primer vicario o guardián, fue fray Martín de Valencia (de Don Juan), a quien le correspondió el honor de encabezar el grupo de "LOS DOCE APÓSTOLES DE MÉXICO", pioneros del proyecto evangelizador de los nativos americanos a instancias del conquistador Hernán Cortés. "LOS DOCE" partieron de este convento de San Francisco del Berrocal en noviembre de 1523, para desembarcar en las costas de Yucatán en 13 de mayo de 1554. A su llegada, se encontraron con un universo absolutamente desconocido –y desconocedor–, en el que ni la tradición ni la experiencia servirían para garantizar el éxito de su misión, que no era otra que la de implantar el Evangelio de Cristo en los corazones de un pueblo numerosísimo, primitivo y apegado a sus tradiciones, aunque mayoritariamente mísero, debilitado y vencido.

 

   Sin más método que las palabras de su superior (Francisco de los Ángeles Quiñones) ni más recursos que su estrecho modo de vivir y de entender el Evangelio, sin mitigaciones, sin glosa, como verdaderos Frailes Menores de San Francisco, lejos de imponer a los indígenas su fe y sus costumbres desde la arrogancia de los vencedores, se metieron entre ellos mansamente, ganándose su respeto y su confianza a fuerza de humildad y de entrega absoluta, haciéndose pobres con los pobres (motolinía = pobreza) y confortándoles con su verbo amable y su alegría vital.

 

   Superada la violencia de la conquista militar, "LOS DOCE" hicieron posible el encuentro pacífico entre la cultura azteca principalmente y la europea, no permitiendo la aniquilación de la primera, sino recuperando sus restos y dignificando a sus supervivientes como verdaderos hijos del Dios cristiano, aprendiendo el idioma de los indios –el náhuatl–, universalizándolo a través de múltiples traducciones, tratando de asimilar, respetar y mantener, en lo admisible, sus costumbres y su identidad. Y, por otro lado, fueron también trasmisores de nuestra cultura, creando escuelas para indios e indias, enseñándoles nuestra música, nuestros oficios, nuestro arte, nuestro teatro, procurándoles así un lugar en aquella nueva sociedad mestiza que ellos pretendieron convertir en una utopía de paz, armonía y entendimiento entre dos mundos tan diferentes. No lo consiguieron, tal vez porque les faltó tiempo o tal vez porque perdieron –una vez más– el combate contra las debilidades y bajezas de los hombres, aunque su esfuerzo no fue en vano.

 

     Los nombres de aquellos titanes aparecen tallados en los doce monolitos que flanquea el camino que baja al convento desde el norte, conjunto —interactivo— levantado a mediados de los años 90 del pasado siglo, que representa el primer monumento en España en homenaje a los "DOCE APÓSTOLES DE MÉXICO"; a saber:

 

- FRAY MARTÍN DE VALENCIA.

 

- FRAY TORIBIO DE BENAVENTE ("MOTOLINÍA")

 

-FRAY FRANCISCO DE SOTO.

 

- FRAY MARTÍN DE LA CORUÑA.

 

- FRAY JUAN XÚAREZ.

 

- FRAY ANTONIO DE CIUDAD RODRIGO.

 

- FRAY GARCÍA DE CISNEROS.

 

- FRAY LUIS DE FUENSALIDA.

 

- FRAY JUAN DE RIVAS.

 

- FRAY FRANCISCO JIMÉNEZ.

 

- FRAY ANDRÉS DE CÓRDOBA.

 

- FRAY JUAN DE PALOS.

 

     La proeza de estos "soldados de Cristo" justificó la adquisición en 1989 de las ruinas del convento de San Francisco del Berrocal por parte de la Junta de Extremadura, así como su restauración y la celebración del V Centenario de la fundación de dicho convento, que se desarrolló a lo largo de varias jornadas a partir de diciembre de 2009.

                         Otros muchos capítulos y biografías, también muy interesantes, encierra la historia de este convento, que fue clausurado oficialmente por decreto dado el 25 de julio de 1835, fruto de la política liberal orientada a la desamortización y venta de los bienes eclesiásticos. A partir de entonces pasó a manos privadas, pero el expolio, la naturaleza y el olvido fueron haciendo de las suyas, dejándonos tan sólo la evidencia de sus ruinas hasta el momento de su parcial restauración.

 

- Descripción del complejo conventual:

 

     Conjunto formado por la casa-convento, la huerta y el cercado, que fue de los frailes descalzos de la Seráfica Provincia de San Gabriel.

 

     En la actualidad, sólo la mayor parte de casa-convento con su alberca, jardín y cuadras son bienes de propiedad pública. Buena parte de las dependencias conventuales fueron restauradas o consolidadas entre 1991 y 1997 por empresas contratadas por la Junta de Extremadura, propietaria titular del inmueble, con la colaboración del Ayuntamiento del municipio a través del personal de las Escuelas-Taller San Francisco I y II, que fueron promovidas para tal fin.

 

    Las dependencias principales ocupan un solar aproximado de 2.200 m2 sobre un terreno irregular e inclinado, aunque tal superficie no debe identificarse con el trazado original, pues a lo largo de su historia viva el edificio fue ampliándose y readaptándose según las necesidades de la comunidad que lo habitó, que osciló entre los ocho frailes prescritos en el contrato de fundación de 1509, hasta los más de treinta que se contaban a mediados del siglo XVIII.

 

     El estilo arquitectónico de la obra es también variado, de manera que se aprecian en ella elementos de tradición morisca (claustro) junto a otros de traza renacentista e incluso barroca. No obstante, todo el conjunto responde al espíritu austero y funcional propio de esta rama de la orden franciscana, hasta el punto de que escasean los elementos de cantería fina, a pesar de la abundancia de la piedra berroqueña en todo el entorno; por el contrario, priman los muros de ladrillo y de tosca mampostería, embellecidos con interesantes y variados esgrafiados sobre el enlucido de cal morena.

 

 

 

   Accedemos al inmueble por su cara norte, tras atravesar un amplio atrio murado, en cuyo centro aparece un crucero con decoración alegórica en su base realizado e instalado en 1994. Ya nos llama la atención la fachada principal de LA IGLESIA CONVENTUAL, muy elevada y dividida por cuatro contrafuertes adosados al muro, coronada a la altura de su tercio posterior por una sencilla espadaña. Un arco de medio punto de cantería en cuya clave aparece un blasón muy deteriorado nos franquea el acceso al templo. Se trata de un edificio de estilo barroco (siglo XVII), de planta rectangular y de una sola nave que mide unos 100 m2. Se encuentra orientado de este a oeste, y dividido en tres tramos: el ábside, la nave central y el coro. El ábside es de planta cuadrada, asentado en un plano superior respecto de la nave y cubierto por una cúpula sobre pechinas coronada por una linterna; adosada a él por el sur se encuentra la pequeña sacristía. El coro, al que se accede desde corredor superior del claustro, está apoyado sobre una bóveda de sección elíptica que no es obra original, como tampoco lo son las bóvedas de cañón y lunetos y de arista que cubren respectivamente la nave del templo y la sacristía. La iglesia estuvo enlosada con lápidas de granito, en algunas de las cuales aparecían tallados los nombres de personajes ilustres allí enterrados, como don Francisco de Monroy y Zúñiga, I Conde de Deleitosa y dos de sus esposas.

 

 

 

     El arco de medio punto que aparece al oeste de la fachada de la iglesia da acceso a lo que fue LA PORTERÍA, desde la que se pasaba a las dependencias conventuales, e incluso a la iglesia por su fachada de poniente.

 

 

 

     Si el convento se edificó, "no con la grandeza que deseaba el patrón" (Francisco de Monroy), sin duda aquellos frailes se permitieron ciertas licencias en lo que respecta a la construcción del CLAUSTRO, tal vez para satisfacer en alguna medida los deseos de su patrono, pues éste fue el elemento más original desde el punto de vista arquitectónico y el de mayor valor artístico de todo el conjunto.

 

   Es de planta cuadrada y de reducido tamaño (unos 75 m2), comunicado con la iglesia por medio de una puerta reglar en arco de cantería de medio punto. Su diseño responde al modelo general de los claustros conventuales de la Provincia de San Gabriel, aunque de estilo y características propias. Aparece porticado y dividido en dos niveles (claustro bajo y alto) con deambulatorios de unos 2 metros de ancho, y cubierto con tejado abierto a cuatro aguas que se recogen en una cisterna o aljibe con brocal de piedra. La arcada inferior está formada por ocho columnas de sección poligonal, sencillas las del centro y gemelas las de las esquinas, unidas por arcos carpaneles, mientras que el nivel superior aparece el mismo número de columnas de similar diseño, aunque de menor sección, unidas por dinteles de madera sobre zapatas del mismo material.

 

     Los muros perimetrales se conservaron en bastante buen estado, apreciándose varias puertas que lo circundaban, y que lo convertían en el elemento central del conjunto, comunicado con todos sus espacios desde ambos niveles.

 

   Aunque el claustro se reconstruyó en su casi totalidad, por fortuna no se siguió el proyecto oficial, que contemplaba un modelo desproporcionado y muy alejado del original; por el contrario, los responsables de la Escuela-Taller San Francisco II interpretaron con absoluto rigor los indicios conservados en la estructura y los elementos encontrados durante el desescombro, entre ellos algunas piezas de cantería del claustro bajo y alto, de estilo renacentista e influencia árabe (mocárabes), que se copiaron al milímetro, reutilizándose aquellas que estaban en mejor estado. Debemos lamentar, no obstante, la pérdida de los restos de esgrafiados y pinturas al fresco que aún se apreciaban decorando sus paredes, cuya conservación no se tuvo en cuenta en el proyecto oficial de restauración.

 

 

 

 Continuando nuestro recorrido hacia el ala este, saliendo del claustro bajo el gran arco de medio punto. Nos encontramos con un pequeño espacio de tránsito que da acceso al piso superior del claustro, y, de frente, a un patio con pozo y bancos corridos. Más allá, dos módulos adosados en forma de L, obras del siglo XVII, en los que, probablemente se situó un nuevo REFECTORIO que dio solución a las necesidades del crecido número de frailes, respecto de la comunidad original, la SALA CAPITULAR, la BIBLIOTECA, y, sin duda, varias celdas. De este conjunto destacan las bóvedas originales, que cubren un angosto pasillo (bóveda de cañón) que da acceso a tres salas (bóvedas de arista), dos de las cuales pudieron ser las celdas de los superiores.

 

 

 

     Desde este lado, nos dirigimos al ala oeste del inmueble, entre cimentaciones de habitáculos de difícil clasificación. A nuestra derecha LA ALBERCA, de planta rectangular y grandes dimensiones, cuyas paredes exteriores estuvieron decoradas con bellos esgrafiados de temática vegetal, de los que aún se conservan algunos fragmentos.

 

     Un pasillo comunicado con el claustro nos lleva hasta lo que fue EL PRIMITIVO REFECTORIO, en el que aún se conservan casi íntegros sus bancos corridos que circundaban la mesa del comedor. Más al oeste se situaban las DESPENSAS y COCINAS, además de una entrada porticada que comunicaba el convento con la huerta.

 

     Al sur la fachada principal de las dependencias conventuales, por la parte donde debió de estar el jardín; por este lado se halla la puerta principal de la casa, cubierta originalmente por un gran portal apoyado en sendas columnas.

 

 

 

     LA HUERTA, "vergel de naranjos", es de propiedad particular, y su actual dueño la sigue cultivando como se viene haciendo desde hace más de 500 años. Este terreno, limita al este con el edificio conventual, está totalmente murado, y en él se halla una alberca y una preciosa fuente llamada "de San Pedro", que es en realidad un manantial cubierto por una casetilla con tejadillo a dos aguas, rematado en tiempos por una cruz de piedra. Se encuentra rodeada por un banco corrido en forma de U y por un muro perimetral, lo que hace pensar que este espacio estuvo techado.

 

 

 

   Al sur se encuentran los cimientos y muros de lo que fueron LAS CUADRAS y demás dependencias de uso pecuario, pues los frailes criaron algún ganado, ovino principalmente. Tras estos edificios se halla el monte del convento, coronado por los restos de un EREMITORIO, de los que hubo otro en la huerta. Estos habitáculos fueron muy importantes en la vida espiritual del convento, dedicados al recogimiento y la penitencia individual de los religiosos; hay constancia de que en ellos oraron fray Martín de Valencia y fray Juan Garabito, elevado luego a los altares como san Pedro de Alcántara, Patrono de Extremadura y de Brasil.

 

 

 

   Muy interesante es el sistema de INGENIERÍA HIDRÁULICA que daba servicio al convento, y que aún se conserva bastante reconocible. Se trata de una canalización tallada en piezas de cantería sobre la que se apoyaba una tubería de cerámica. El agua era traída —y aún lo es— desde un manantial que se encuentra a unos 200 metros al norte del convento hasta su gran alberca, depurándose antes de entrar en el edificio por medio de filtros y registros, desde los que se canalizaba a una fuente que había en el atrio y al lavatorio de la sacristía.

 

 

 

     Del proyecto inicial previsto para la reconstrucción del inmueble sólo se han cumplido totalmente aquellos trabajos que afectaban a la iglesia, sacristía y claustro, mientras que el resto de los trabajos se han limitado a cubrir una parte importante de la ruinas, lo que, ciertamente, las protege de la erosión. Hoy por hoy no existe ninguna iniciativa para completar el proyecto, ni siquiera un plan para conservar este PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD, que fue declarado Bien de Interés Cultural en 1994.      

 

        

 

- Datación: segunda mitad del siglo XVI al XIX.

 

- Estilo: diversos estilos que van desde el mudéjar al barroco.

 

- Estado de conservación: regular, pues ya se observan importantes daños provocados por los agentes climatológicos y los gamberros en las zonas restauradas y cubiertas, y un gran deterioro en las zonas desprotegidas.

 

- Propiedad: pública y privada, según los espacios arriba indicados.

 

- Usos actuales: la nave de la iglesia se usa en ocasiones como salón de actos.

Tipo
Monumento